A veces reflexionar sobre cosas “sencillas” ayuda bastante para resolver los problemas más graves.
Te invito a un café y a observar a esa pareja que está hablando. Ella, cómo no, es la que habla y él se limita a escuchar y asentir todo lo que dice. Todo muy normal, pero si nos paramos a pensar como ella genera sus palabras, quizás, nos empecemos a complicar la vida.
Las palabras, que genera esa chica tan guapa, se deben a que tiene unos pulmones que impulsan aire que su vez pasan por las cuerdas vocales, que generan ONDAS, llegan a una CAVIDAD, la boca, que con la ayuda de la lengua y cambiando sus dimensiones logra generar y modular unas “ONDAS SÍSMICAS” para que él entienda lo que quiere decir.

Nuestro paciente hombre recibe esas “ONDAS SÍSMICAS” a través de la “CAVIDAD AUDITIVA”, esas ondas se presentan permeables hasta que llegan a la membrana que las detecta y abre el proceso de audición con el yunque, martillo y todo lo demás.
¿Qué pasa si se separan y se cambian de mesa? Ocurre que nuestras ondas no llegan con igual potencia a nuestro hombre. Para arreglarlo se puede utilizar varios métodos:
a) La mujer habla más alto.
b) La mujer utiliza una bocina para dirigir y amplificar las ondas.
c) El hombre se coloca una trompetilla para captar mayor número de ondas y dirigirlas a su CAVIDAD auditiva.
Somos unos privilegiados al tener este sistema tan complejo para entendernos. Es un sistema que ha ido evolucionando a lo largo de millones de años. La TIERRA, mucho más “tonta”, no ha evolucionado tanto y se ha quedado “como Dios la trajo al mundo”.
La Tierra, tan primitiva ella, tiene su oído-boca y se parece más al hombre, necesita ESCUCHAR para poder hablar. Las ondas llegan al “oído de la tierra” en donde permanecen como las bolas de billar; van dando bandazos hasta que pierden toda su energía. Si se acumula mucha ENERGÍA en el “oído-cavidad de la tierra” está puede “hablar-cabrearse” en forma de terremoto. Toda la energía acumulada se presenta al exterior de forma instantánea, como si de una bomba se tratara.
La energía, que generamos para el oído-cavidad de la tierra, la podemos aumentar, como si de una bocina-trompetilla se tratara, colocando los puentes con sus columnas.

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