Es lo que nuestra amiga Juliette, holandesa, acostumbra a decirnos de ella cuando viajamos juntos. Habituada como está a su maduro, acabado y consolidado país. De sobra lo sabemos, Dios hizo el mundo y dejó que Holanda lo hicieran los holandeses.
Nacida allá y formada en Suiza, ha aprendido como persona de cultura calvinista a funcionar no sólo con la precisión de un reloj, sino a hacer juicios de valor con cierto rigor, como el precedente. No puedo dejar de acordarme de sus cosas y anécdotas al hilo de mis presentes reflexiones.
Pienso en todo ello, mientras aquí, en el camping de Olonne-sur –Mer, por la deliciosa Bretaña francesa me encontraba hace poco rodeado de mil exultantes niños ante juegos y naturaleza, divirtiéndose en el más absoluto silencio y respeto a los demás, sin chillidos ni zafía palabrería. Camping con toilettes unisex y educados perros que no solo no ladran sino que incluso están educados para saludar con su agradecida cola, mientras mi mujer, más versada en historia y en sutilezas de comprensión ajenas, me dice: todo esto les viene heredado desde su Siglo de la Ilustración y su famosa Revolución, aquella de la Igualdad, la Fraternidad y la Solidaridad.
Ante vivencias tales, no puedo dejar de acordarme de lo que decía ella, de nuestra demediada España,con tanta y tanta cosa aún deshilachada, mientras intentamos progresar pasito a pasito con la exigida y necesaria homogeneización europea.
Y porque siempre he creído en el liberalismo como una fuerza capaz de hacer las cosas de la forma menos mala posible, de siempre he votado al PP, a lo menos malo. Pero apareció Ciudadanos como esperanza y opté por votarles, por hacer un brindis al sol, cansado ya de los de siempre y porque la derecha de la mayoría absoluta ni había sabido ni querido hacer la deseada y prometida reforma electoral, de la justicia,, ni la de las listas abiertas, entre otras muchas cosas anheladas por muchos de nosotros. Qué no sólo de economía vive un país!
Además, les voté porque, en su cúpula, de un perfil profesional y humano atrayente, tan alejados ellos de “la selección a la inversa” de que otros venían nutriendo a sus cuadros y al Congreso y Senado, con gentes más necesitadas de la vendimia política, de salvar sus propias vidas, que de tener cualificación, creatividad o genio como para ser capaces de salvar las nuestras.
Estamos indignados, claro que sí, pero aparte de por las cosas obvias, por todos vividas y padecidas, también por tener la conciencia de que la política se nos ha ido pudriendo entre las manos. Por eso, decía, dí mi voto a la esperanza, a Ciudadanos y a su sorprendente Agustina de Aragón…su Inés Arrimadas.
Pero últimamente, viéndoles cosas incomprensibles, entre otras el ininteligible baile, el charleston que han venido marcándose con Susana( la bien pagá por sus predecesores, por “los silencios prestados”), no me ha quedado más remedio que recurrir al viejo truco eclesial cuando le falla la cabeza Papal: el reunirme en Cónclave conmigo mismo y ,meditar, meditar, hasta que la fumata blanca ha acabado con la angustia de mi horfandad.
Resumiendo, he decidido que votaré a una nueva esperanza…a VOX, a gentes que prometen ser belicosas contra las Autonomías díscolas, más proactivos en educación común, en lengua, fiscalidad y en mayor protección y seguridad …y, después, a rezar, para que, como los hijos, nos salgan buenos y no acaben juntándose con malas compañías.
Jesús, en qué susto continuado nos tienen tanto con lo que hacen como con lo que dejan de hacer. ¿ Cuando aprenderán, los Hunos y los Hotros, a consultar en Referendum las mil cosas básicas de gobierno y empastamiento social útil y necesario, pero que, lamentablemente, interpretan según sus peculiares ideologías, más que con el auténtico sentir de la mayoría de todos nosotros, haciéndonos vivir en el sempiterno bucle melancólico en que vivimos?
Luis Manuel Aranda
De la Sociedad española de médicos escritores